Diálogo sobre lo que nos quedará por ver

-"Lo que nos quedará por ver". Es una expresión que muchas veces la hemos escuchado (sin hacer demasiado caso) en boca de nuestras abuelas, pero ha llegado el momento en el que le estoy empezando a ver el sentido... (¿¿¿me estaré haciendo mayor???).

-¿Qué, vas a hablarme, como ya lo han hecho repetidamente todos los medios de comunicación, de la "separación" -entre comillas- de la Infanta Elena y su esposo?

-Principalmente no es ése el tema, aunque ya te enterarás al final de por qué he elegido la fotografía de su boda. Hoy te quiero hablar de una noticia que me ha sorprendido sobremanera, y de la que se está informando en estos días con toda naturalidad. Se trata del aumento exponencial (del 74%) del número de divorcios en España a raíz de la aprobación de la nueva ley del divorcio exprés. Según el INE, en en 2006 hubo 210.132 matrimonios y 145.919 rupturas (contabilizando divorcios más separaciones más nulidades). Éstas han aumentado un 6,5% respecto a 2005. Y todo esto se ha llegado a venderse incluso como un éxito legislativo (???).

-Es lógico. Ya no es necesaria la separación como paso previo al divorcio, por lo cual se ahorra tiempo (en menos de seis meses se pueden cumplir todos los trámites), dinero (sólo un abogado y no dos) y un mal trago. ¿Qué necesidad hay, como obligaba la ley aprobada en 1983, de retardar el proceso -debía transcurrir al menos un año de la boda para el divorcio, y había que alegar causas- cuando los dos cónyuges están de acuerdo en romper su unión?

-El objetivo era el de dar un tiempo y poner ciertos impedimentos para poder salvar el matrimonio, ya que una separación es siempre algo traumático. En especial para los hijos (hay que tener en cuenta que un 55% de las parejas que se divorcian tiene descendencia). Por eso creo que hay que luchar contra las rupturas, sobre todo cuando sean evitables, y no incentivarlas mediante la legislación. El matrimonio ha dejado de ser una decisión definitiva en la vida, en la medida en que puede deshacerse fácilmente firmando un papel. Ya no merece la pena pensárselo dos veces.

-Pero esto depende de las decisiones de cada pareja, el Estado no puede intervenir en ello.

-Sí puede, y debe hacerlo, en el momento en el que el divorcio se ha convertido en un auténtico problema social, trascendiendo lo personal. Las cifras bastan para justificar esto. Los inconvenientes (custodioas, reparto de bienes, traumas infantiles -que llevan en muchos casos a fracasos escolares-, frustación personal...) se multiplican, y la responsabilidad de ello es de la sociedad en general. Creo que hay que redescubrir el valor del matrimonio indisoluble como opción de vida que conlleva una estabilidad emocional y familiar, y que es la base para el verdadero desarrollo de los hombres y de las sociedades. Pero el peor daño que se puede hacer a esta institución no es el legislativo, sino el del ejemplo. Lo que se transmite a través de los medios de comunicación, la idea que está en el imaginario social actualmente, es que mantener una pareja para siempre va en contra de la libertad, coarta otras aspiraciones que puedan surgir a lo largo de los años. Esto lo vivimos a diario. ¿Cuántos famosos de revista conocemos que hayan mantenido su matrimonio para siempre? Ya incluso hasta las familias que representan a todo el país, y que hasta ahora habían sido un modelo de unidad, se separan sin remedio. Lo que nos quedará por ver...

[Imagen: Boda de SAR la Infanta Dña. Elena con D. Jaime de Marichalar, 18-3-95] [Audio: Antonio Orozco - Devuélveme la vida]