-Paseando hoy al lado de la Catedral de Sevilla me ha llamado la atención un cartel. ¡Ponía que estaba en venta!
-¡No me digas! ¿Y eso a qué se puede deber?
-Yo creo que el Cardenal, Monseñor Carlos Amigo, ha seguido la sugerencia del presentador Jordi González. La hizo el sábado, en su imparcialísimo, rigurosísimo y objetivísimo programa "La Noria", que en esa edición trataba sobre la financiación de la Iglesia -a raíz de la nueva campaña puesta en marcha con el objetivo de incentivar que se marque la famosa casilla de la declaración de la Renta-. Según el señor González, la Iglesia en España está pasando por una situación crítica en cuanto a recursos económicos (algo que incluso está poniendo bastante nerviosos a los obispos, ya que en varios meses podrían llegar serios problemas), y por ello lanzó la genial idea de que puede vender parte de su patrimonio para hacer frente a sus gastos.
-¡Oh! ¡Qué persona tan altruista, tan considerada, tan generosa! ¡No se conforma con hacer una concienzuda investigación para concluir que la Iglesia está en quiebra, sino que además aporta soluciones de forma desinteresada, sin esperar recibir nada a cambio!
-Seguramente, el Cardenal de Sevilla habrá estado al tanto del programa y habrá visto en la recomendación de Jordi González la solución para la penuria tan espantosa que está viviendo su Diócesis. Por eso ha decidido vender la Catedral. ¡Sin la labor de "La Noria" los católicos estarían perdidos!
-¿Y quién crees que querrá comprar la Catedral?
-Pues cualquier empresario que tenga el dinero suficiente. No es nada descabellado. Yo tengo mis hipótesis. Por ejemplo, allí no vendría mal un nuevo centro de "El Corte Inglés", ahora que es tan difícil llegar a la plaza del Duque con la peatonalización del centro de Sevilla. Bastaría con dividir el edificio en varias plantas, añadir escaleras mecánicas, y meter toda la mercancía.
-¡Bien pensado! Los altares se podrían usar como estanterías. ¡Y los confesionarios se podrían convertir en probadores!
-Otra idea es la de hacer un gimnasio. Para eso harían falta muy pocas reformas. Las rampas de la Giralda son muy apropiadas para hacer ejercicio y quitar esos kilitos de más. O incluso un parque temático, ambientado en el terror. A los santos se les puede disfrazar de figuras de Halloween. ¡Qué sé yo! También un centro comercial, un museo de la autonomía andaluza, un parking, un salón de celebraciones, una oficina de turismo (con ascensores panorámicos por la Giralda para contemplar la ciudad)...
-Pero... Estoy pensando ahora otra cosa... ¿No es en realidad la Catedral, junto con la Giralda, el principal reclamo turístico de Sevilla? ¿No supone un atractivo para las visitas, de las que se benefician indirectamente muchos sectores (hotelero, restaurador, de transportes, comercial...)? ¿No se trata de un edificio que disfrutan todos los sevillanos, católicos o no, y que revaloriza el nombre de la ciudad por todo el valor artístico que hay en él? ¿No son ya las entradas al monumento una excelente fuente de financiación para la Diócesis, gracias a la cual la Iglesia local puede desarrollar todas las labores que hace, pastorales, asistenciales, de caridad...? ¿Todo eso se podría mantener si la Iglesia vende este importante patrimonio?